domingo, 12 de agosto de 2007
BOSTON WEATHER
Storm now happening. Today 19th of December, 2008
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Boston, con los pies en el aire
Dicen que la zona de Waterfront es el mejor lugar para apreciar la ciudad de Boston. Opino que esa afirmación debemos discutirla al final del viaje, porque entre la estridente voz de Bowie + un piano insultantemente sentimental de Arcade Fire en Life on Mars? — fondo musical del aterrizaje panorámico — y una breve lección de inocencia –cuando Frank me explicó el funcionamiento de los puentes– a mitad del Río Charles, no podría decir si existe, o no, ese “mejor lugar”.
Cuando les dije que por fin conocería la city de los Pixies, muchos me recomendaron los bares de chocolates, como el Zing Bar que ofrece tres tipos de trufas que hay que mojar en un caldito de especias del que definitivamente ya soy fan.
Recuerdo que comencé a aprender el ingles con “Hard to Say I’m Sorry” de Chicago , palabra por palabra hasta imitarlos. Decía la profesora que la pronunciación era lo más importante, y hasta que recorrí algunas vías alternas a Freedom Trail — una línea roja de seis kilómetros, pintada sobre el pavimento que une 16 sitios históricos relacionados con las luchas independentistas– lo comprobé.
Mi “hello, it could help me with…” no estaba tan bien, en varias ocasiones me contestaron “what help” hasta que lo repetía con calma y Anthony, que es el taquillero de la torre John Hancock -–el edificio más alto de la ciudad–, me sugirió un poco más de educación con mis formas gramaticales “it remembers that you are in the city of Harvard”.
Boston es una ciudad para caminar. Si vas por Newbery St. encontrarás varios lugarcitos para comer un estofado, un Yankee pot roast o frijoles asados. Pero la verdad nada mejor que las almejas, justo hacia el este de Newbery está Seasons Restaurant, ahí debes ir.
Creo que la peli de Mystic River de Clint Eastwood retrata perfectamente el decorado de Boston. Esos mini edificios que se rompen cuando Tim Robbins lanza una piedra sobre el río, están ahí, y muy cerca de ellos el Fine Arts, con una de las más interesantes colecciones de arte que he visto, aunque vale la pena encontrar la esquina de Quince y Broadway para ver los tres museos de la Universidad de Harvard y reservar para otro día la belleza arquitectónica de la Iglesia de la Trinidad, media gótica.. a veces la propia Boston parece haber sido dibujada por Mazzucheli.
Siempre he pensado que si pudiera cargar a todos lados con algunos objetos, uno de ellos serían mis patines. Boston Common es un parque ideal para realizar un par de dobles rieles, la manera en que está lleno de tulipanes es digna de una fotografía impresionista o superpuesta, ¡ah! pero todavía no hay que irse, una cerveza es mejor idea, aunque muchos opten por llegar hasta la estatua de John Harvard para tocar uno de sus zapatos y tener buena suerte.
Toma la ruta del Black Heritage, esa donde se visita la casa de Lewis y Harriet Hayden, que es una de las paradas del ferrocarril subterráneo y antiguo refugio para esclavos fugitivos, al final conocerás el Museo de Historia Africana-Americana, a sus alrededores varios cafecitos con pan de mermelada de uva te sonsacarán para no regresar al hotel tan pronto. Preferible pedir una de esas combinaciones de tés con miel.
Frente a la ciudad está Cambridge, mmm, pero mejor nos movemos a Los Berkshires, de donde quizás nace el apodo bostoniano de “ciudad de las colinas” y que tiene cuatro locaciones para ver buen cine (incluyendo un festival fílmico), 18 sitios de interés histórico, 16 museos (el Museo de Arte Contemporáneo de Massachussets), 19 festivales de música o lugares para escuchar diferentes ritmos y 11 teatros…
“With your feet in the air and your head on the ground try this trick and spin it, yeah…”
Dicen que la zona de Waterfront es el mejor lugar para apreciar la ciudad de Boston. Opino que esa afirmación debemos discutirla al final del viaje, porque entre la estridente voz de Bowie + un piano insultantemente sentimental de Arcade Fire en Life on Mars? — fondo musical del aterrizaje panorámico — y una breve lección de inocencia –cuando Frank me explicó el funcionamiento de los puentes– a mitad del Río Charles, no podría decir si existe, o no, ese “mejor lugar”.
Cuando les dije que por fin conocería la city de los Pixies, muchos me recomendaron los bares de chocolates, como el Zing Bar que ofrece tres tipos de trufas que hay que mojar en un caldito de especias del que definitivamente ya soy fan.
Recuerdo que comencé a aprender el ingles con “Hard to Say I’m Sorry” de Chicago , palabra por palabra hasta imitarlos. Decía la profesora que la pronunciación era lo más importante, y hasta que recorrí algunas vías alternas a Freedom Trail — una línea roja de seis kilómetros, pintada sobre el pavimento que une 16 sitios históricos relacionados con las luchas independentistas– lo comprobé.
Mi “hello, it could help me with…” no estaba tan bien, en varias ocasiones me contestaron “what help” hasta que lo repetía con calma y Anthony, que es el taquillero de la torre John Hancock -–el edificio más alto de la ciudad–, me sugirió un poco más de educación con mis formas gramaticales “it remembers that you are in the city of Harvard”.
Boston es una ciudad para caminar. Si vas por Newbery St. encontrarás varios lugarcitos para comer un estofado, un Yankee pot roast o frijoles asados. Pero la verdad nada mejor que las almejas, justo hacia el este de Newbery está Seasons Restaurant, ahí debes ir.
Creo que la peli de Mystic River de Clint Eastwood retrata perfectamente el decorado de Boston. Esos mini edificios que se rompen cuando Tim Robbins lanza una piedra sobre el río, están ahí, y muy cerca de ellos el Fine Arts, con una de las más interesantes colecciones de arte que he visto, aunque vale la pena encontrar la esquina de Quince y Broadway para ver los tres museos de la Universidad de Harvard y reservar para otro día la belleza arquitectónica de la Iglesia de la Trinidad, media gótica.. a veces la propia Boston parece haber sido dibujada por Mazzucheli.
Siempre he pensado que si pudiera cargar a todos lados con algunos objetos, uno de ellos serían mis patines. Boston Common es un parque ideal para realizar un par de dobles rieles, la manera en que está lleno de tulipanes es digna de una fotografía impresionista o superpuesta, ¡ah! pero todavía no hay que irse, una cerveza es mejor idea, aunque muchos opten por llegar hasta la estatua de John Harvard para tocar uno de sus zapatos y tener buena suerte.
Toma la ruta del Black Heritage, esa donde se visita la casa de Lewis y Harriet Hayden, que es una de las paradas del ferrocarril subterráneo y antiguo refugio para esclavos fugitivos, al final conocerás el Museo de Historia Africana-Americana, a sus alrededores varios cafecitos con pan de mermelada de uva te sonsacarán para no regresar al hotel tan pronto. Preferible pedir una de esas combinaciones de tés con miel.
Frente a la ciudad está Cambridge, mmm, pero mejor nos movemos a Los Berkshires, de donde quizás nace el apodo bostoniano de “ciudad de las colinas” y que tiene cuatro locaciones para ver buen cine (incluyendo un festival fílmico), 18 sitios de interés histórico, 16 museos (el Museo de Arte Contemporáneo de Massachussets), 19 festivales de música o lugares para escuchar diferentes ritmos y 11 teatros…
“With your feet in the air and your head on the ground try this trick and spin it, yeah…”
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